De ayer a hoy (II): Plan Gasset (1902)


La -escasa- planificación hídrica llevada a cabo durante los siglos XVII y XIX fue consecuencia del contexto político nacional e internacional, y en la que tenía a Europa sumida en la desolación. Las actuaciones de carácter hidráulico e hidrológico realizadas fueron de cariz singular, y muchas de ellas efímeras, pero como dijimos la semilla se había plantado ya...

Contexto histórico

La Guerra de la Independencia Española (1808-1814) y el retorno del monarca Fernando VII no contribuyeron a la reconstrucción del país. Pero a pesar de que la situación que atravesaba el territorio no era buena, se reemprendieron varias obras hidráulicas por iniciativa privada. Como era de esperar, no seguían un plan estatal -prácticamente inexistente- y estuvieron orientadas -como es lógico- al beneficio propio.

La problemática de la escasez de agua en la Península se comenzó a tratar a finales del siglo XIX con la Ley de Aguas de 1879, que perduró vigente durante más de un centenar de años. Ésta, junto con otras leyes, proporcionó un amplio respaldo legal e indicó la forma de actuar en el ámbito de la planificación a nivel estatal.

Después de fracaso del Sexenio Revolucionario (1868-1874), comienza a engendrarse un nuevo pensamiento regeneracionista. En este movimiento propugna, entre otras iniciativas, un cambio en la economía basada principalmente en la agricultura, y como consecuencia que modifique la política hidráulica. Todos los partidarios de este pensamiento coincidían en que la Península era -y sigue siendo- una región marcada por las condiciones desfavorables de relieve y clima. Cabe destacar la frase de uno de los más fervientes regeneracionista, Joaquín Costa:

…la planicie central, y acaso la mitad de España, es una de las regiones más secas del globo, después de los desiertos de África y Asia. Provincias hay, como Murcia, apellidada el reino serenísimo, donde apenas si se ve una nube en todo el año…las corrientes atmosféricas del Mediterráneo y del Atlántico no vierten sobre los abrasados campos de la Península toda el agua que necesitan las plantas para vegetar y fructificar; pero hay inmensos depósitos de ella en las crestas y en las entrañas de los montes, y podemos derramarla con la regularidad matemática de las pulsaciones sobre el país, cruzándolo de un sistema arterial hidráulico que mitigue su calor y apague su sed…

Esta frase abrió un nuevo horizonte para la agricultura y, sobre todo, para la economía. Este ideario se ha mantenido hasta nuestros días y ha sido ampliamente abalado por las personas que continuaron tratando los problemas de los recursos hídricos.

Todas estas reformas tardaron en arrancar. Algunas demasiado, hasta el punto de que el Cuerpo de Ingenieros de Caminos interviniese llevando a cabo el “Avance de un Plan General de pantanos y de canales de riego” (Saturnino Bellido, 1899), que fue entregado al Ministerio de Fomento. Como los intentos anteriores, este Avance fomenta y amplia la producción agrícola mediante el riego.

La Ley de Aguas de 1879, junto con las siguientes leyes, normativas y "planes", abrió el camino para la construcción de grandes presas, propiciadas también por los avances de la técnica. Estos grandes reservorios no solo almacenaban agua, sino que regulaban las frecuentes avenidas (sobre todo en la vertiente mediterránea).

Plan General de Canales de Riego y Pantanos (Plan Gasset, 1902)

Todos estos trabajos no quedaron en balde, y mientras se seguían construyendo canales, balsas y pantanos, en los despachos se fraguaba el que podríamos considerar el primer atisbo de planificación hídrica con el "Plan General de Canales de Riego y Pantanos" de Rafael Gasset (1902), o conocido más popularmente como Plan Gasset.

Ocioso resulta pretender que el documento redactado por Saturnino Bellido (“Avance de un Plan General de pantanos y de canales de riego”) constituyese el precedente obligado e inmediato del "Plan General de Canales de Riego y Pantanos", cuyo impulsor fue el ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, Rafael Gasset.

Caricatura de Rafael Gasset (Gedeón, 1900)
Pero este Plan no es más que un catalogo de canales y pantanos esparcidos por el territorio sin ningún criterio lógico ni conexión entre ellos (también se incluye un catálogo de los lugares propicios para realizar nuevos embalses). Las escasas líneas de trabajo que se planteaban se centraban en favorecer las obras hacia la vertiente Atlántica, centrándose en las dos mesetas, en vez de hacer hincapié en los regadíos de las zonas mediterráneas, donde se concentran las mayores penurias y se alcanzan los mayores beneficios. Cabe resaltar que un error grave fue suponer que la productividad de la hectárea en las zonas interiores era igual que a las mediterráneas, sin tener en cuenta la duración y crueldad de los inviernos en las primeras.

El criterio principal para la redacción del "Plan General de Canales de Riego y Pantanos" fue básicamente geográfico. Se buscaron los lugares idóneos donde realizar un pantano o las curvas de nivel óptimas por donde pasar un canal, sin importar la calidad del terreno o su productividad.

El Plan Gasset se conformó con fecha de caducidad ya que era de carácter provisional. Sin embargo estuvo vigente hasta la redacción del Real Decreto de 5 de marzo de 1926, en el que fue nuevamente modificado (se realizaron cambios y actualizaciones en 1909, 1916 y 1919 pero sin gran importancia), pero este documento ya marcó un significativo cambio en la política hidráulica del país.

Si bien es cierto que existe un debate sobre la utilidad del "Plan General de Canales de Riego y Pantanos" de 1902, no cabe duda de que el germen de esa semilla comenzaba a brotar y crecía hacia -aunque dando tumbos- hacia una planificación hídrica a nivel nacional.


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